martes, 9 de febrero de 2010

Don Victoriano Salado Álvarez y Tlön

Quizá uno de los mejores homenajes para un escritor sea el que sus lectores piensen que sus personajes imaginarios son de verdad. O quién sabe, a lo mejor los personajes de ficción si son verdaderos, pero en un sentido distinto al que solemos asignar a la palabra "real". Las relaciones entre literatura y realidad son misteriosas.
Tal es lo sucedido con Don Victoriano Salado Álvarez, su obra La Intervención y el Imperio y los redactores de La Enciclopedia de México, en su edición de 1994. En el tomo correspondiente a la "efe" se consigna el siguiente artículo:
“FERNÁNDEZ DE UBIARCO DE JECKER, JOSEFINA. Activa en el siglo XIX, perteneció a una familia aristocrática con raíces en la época colonial. Muy joven casó con el hermano del banquero suizo Jecker. Educada en escuelas europeas, brilló en la corte de Francia. Después de la Guerra de Tres Años, que dio el triunfo a los liberales, y con el pretexto de la “Deuda Jecker”, la Triple Alianza (Inglaterra, Francia y España) decidió intervenir en México para reclamar el pago. Entonces Josefina, interesada en recuperar sus propiedades y con el argumento de que el país necesitaba paz y orden, se alió con José Hidalgo y José María Gutiérrez Estrada para convencer a Maximiliano de Habsburgo de que gobernara México. V. INTERVENCIÓN FRANCESA E IMPERIO.”
A pesar de la referencia final, en ningún otro artículo de la Enciclopedia se vuelve a mencionar a la esquiva Josefina, ni en el artículo sobre Intervención, ni en el dedicado a Juan Bautista Jecker.
En primer lugar, la dichosa Josefina es una invención de Don Victoriano, quien la creó a partir de un suceso real, y la hizo protagonista de la primera novela de la serie “La Intervención y el Imperio”. Como lo señala el propio Salado Álvarez en su tomo I en la introducción al Lector:
“Si los imperialistas mexicanos quisieron ser personajes y pavonearse con títulos y canonjías, deben aguantar lo que venga, aunque sea un poco ingrato. Si me cabe algún escrúpulo en lo que toca al caso que sirve de argumento a la primera novela de esta serie, caso real y que dio origen a la iniciación de un pleito descabellado, pero que pudo ser ruidoso, afortunadamente, no existen en la República, que yo sepa, Ubiarcos o Miravalles que se den por ofendidos porque yo suponga a una descendiente suya incapaz de ocupar una página del Flos sanctorum.”
En segundo lugar, el propio Don Victoriano se encarga de disipar todas nuestras dudas en sus artículos sobre “Cómo fue fusilado Jecker”, aparecidos primero en el periódico Excelsior bajo el seudónimo “Palombaro, y luego recopilados en su libro póstumo Rocalla de Historia. Don Victoriano es categórico:
“Los Jecker pertenecían a una buena familia de Porruenty, cantón de Berna.
El mayor, que fue oculista y cirujano, vino a México hace cosa de un siglo. El historiador Mestre Ghigliazza ha sacado la fecha en que el doctor arribó al país y tiene traslados de las coplillas que le dirigieron los ciegos salvados por su arte y habilidad….Juan Bautista Jecker había nacido en 1810, cuando su tierra formaba parte del imperio francés;…Juan Bautista vino al país a la edad de 24 a 25 años , en 1835 o 1836, después de haber trabajado en la casa bancaria de Hottinguer. El doctor, que no tardó en pasar a otras regiones mediante un suicidio) estableció al recién llegado….Ninguno de los Jecker llegó a casarse, y el apellido se extinguió con el fusilamiento de Juan Bautista.”
No cabe duda: Borges esaría feliz. Los habitantes de Tlön están a la puerta de nuestro mundo, y la invasión comenzó en 1994.